La historia de Loida

Mi esposo, Norman, y yo vivíamos en Filipinas. Estábamos buscando trabajos con mejor paga en Estados Unidos para ayudar a mantener a nuestras familias. Una agencia de reclutamiento nos prometió los trabajos perfectos en Florida, así que aceptamos con entusiasmo su petición de mudarnos. Creíamos que estábamos empezando el próximo capítulo de nuestras vidas. 

Cuando llegamos a Florida nos dimos cuenta de que nos habían mentido. En lugar de los trabajos estables y visas de trabajo que prometieron, nos obligaron a realizar trabajo físico no remunerado en un hotel. Trabajábamos días largos con poca comida y agua. Nos cobraban alquiler a pesar de no tener dinero para pagar, y en ocasiones tuvimos que vivir en nuestra camioneta o en una unidad de almacenamiento. 

Luego, mi madre falleció en nuestra patria. La última vez que la vi fue antes de que fuéramos víctimas de trata. Estábamos atrapados aquí sin dinero para regresar. Estaba destrozada y llorando la muerte de mi madre lejos de casa. 

Una agencia sin fines de lucro en Florida tenía un folleto con una lista de organizaciones de servicio, y nos detuvimos en Safe Horizon porque la palabra “safe,” o seguro en inglés, era exactamente lo que estábamos buscando. Hablamos con un administrador de casos de Safe Horizon por teléfono. 

Fueron los únicos en preguntarnos si nos sentíamos seguros. Por primera vez en más de 10 años, alguien se preocupó por nuestro bienestar y seguridad. Esa noche, nos fuimos a la ciudad de Nueva York.