La historia de Celines

Llegué a Safe Horizon en las primeras etapas de la pandemia. Mi hijo, Chosen, tenía apenas 11 meses y yo estaba haciendo todo lo posible para mantenerme sana y fuerte para él. El mundo exterior se sentía increíblemente peligroso.  

Mi expareja, quien tenía antecedentes de violencia hacia mí, no paraba de acosarme.  Me maltrataba psicológicamente —incluso estando en la cárcel, admitió que mandaba vigilar mi casa. Siempre encontraba formas de mantenerme en un estado constante de miedo. 

Luego me enteré de que iba a salir de prisión. No era simplemente una mala noticia; era una amenaza real para mi vida. Sabiendo de lo que era capaz, recordando el terror de sentir sus manos alrededor de mi cuello, temí por mi seguridad y por la vida de mi hijo. Sabía que tenía que irme. 

Desesperada, llamé a Safe Horizon. Pero en cuanto hablé con una defensora, comencé a calmarme. Un peso que había estado cargando empezó a levantarse.  

Al día siguiente, una amiga me recogió a mi y a Chosen, y nos llevó a Lang House, un refugio para víctimas de violencia doméstica de Safe Horizon. 

Cuando llegamos al refugio, nos trataron con mucho cuidado y de inmediato nos sentimos seguros. El lugar era limpio y reconfortante. Nos proporcionaron alimentos y artículos esenciales. Por primera vez en años, me sentí libre. 

El vecindario estaba lleno de galerías de arte, y al pasar frente a ellas y ver el arte colgado en esos espacios, supe que algún día quería estar allí. Un día, el refugio organizó un taller de arteterapia y sentí esperanza de poder encontrar la paz para dedicarme a mi arte —una pasión que antes me parecía imposible alcanzar. Desde el momento en que me uní al grupo de apoyo en el refugio, comencé a volver a la vida. 

El arte, para mí, es mucho más que verlo en una exhibición: ha sido una forma de reconectarme conmigo misma, de expresar mis emociones y de iniciar mi proceso de sanación. 

Safe Horizon me dio el regalo de la sanación, y ahora eso es lo que llevo conmigo. El refugio me ayudó a mudarme a mi propio apartamento con Chosen y pude empezar a reconstruir mi vida. Ahora, estoy estudiando arteterapia porque quiero darles a otras personas lo que Safe Horizon me dio: la oportunidad de sanar, de reconectarme con mi pasión y de construir una vida sana para mí y mi hijo.